Gracias al bueno de Miguel Ángel Jimeno, que es el mejor radar que conozco, leo una entrevista a Martín Caparrós en la edición digital del tinerfeño Diario de Avisos. Sabrosa entrevista. Caparrós acaba de presentar su monumental ‘El hambre’. Sin haberlo leído aún, el título me interpela, deja al aire mis vergüenzas, tanta tibieza. “La pobreza extrema impide a quienes padecen hambre buscar horizontes”, cuenta descarnadamente. “Pero nosotros hacemos lo mismo. Hay una especie de pobreza extrema de reflexión y de voluntad política que hace que no podamos pensar un poco más allá y creer que no tiene por qué haber hambre en el mundo”.
Miguel Ángel no me recomendaba el enlace del periodista y escritor argentino por ‘El hambre’, sino por esto otro, no menos sabroso: “Hay que hacer periodismo contra la gente. Si vamos a decidir qué hacemos en función de la gente, busquémonos otro oficio”. En realidad, las tesis del libro y esta reflexión sobre el presente y el futuro del periodismo tienen todo en común. En Argentina, para referirse a la carencia de algo se utiliza el positivo: ‘faltante’, y así en lugar de decir ‘no hay’ dicen ‘hay’: ‘hay faltante’, cosa que siempre me ha hecho gracia. Convengamos con Caparrós que en el periodismo actual hay una faltante extrema de reflexión.
Por suerte, voy y vengo, visito diarios en diferentes países. Sigo haciéndolo aún. En todas partes encuentro lo mismo: cómo contentar al anunciante, con qué contenidos asegurar unas migajas de pan, o también cómo contentar al lector o a la audiencia, que es lo mismo, y para ello andamos locos pendientes de los ránkings de lectoría, de los ‘like’ y ‘share’, de las redes, de todas esas gilipolleces. De la gente. En román caparrosiano: hay una pobreza extrema de reflexión tan enorme hoy en los diarios que produce escalofrío. O, sin recurrir a argentinismos, no hay ninguna reflexión. Es para ser pesimistas.
Tiene toda la razón Luis Goytisolo cuando escribe en El País que “internet y las redes sociales suponen un cambio de mayor trascendencia que el que en su día representó la máquina de vapor”: algo así como pasar de la Edad Moderna a la Edad Contemporánea en dos décadas. Su artículo ‘Lo reciente queda antiguo’ es lúcido y escalofriante. Sin embargo, intuyo que el camino anda por donde Hans Magnus Enzernsberger: me quedo con “la sabiduría y la ironía de sus 87 años”, como apunta —cómo no— Juan Cruz, canario de Tenerife, como el Diario de Avisos. Dice el filósofo alemán: “La rodilla es analógica, la lengua no es un ordenador… Vivimos y morimos analógicamente”. Analógico es el corazón del periodismo, se pongan como se pongan. Por ahí deberían los diarios empezar a llenar su faltante.
PD. Enhorabuena a Miguel Ángel Jimeno y a su impagable blog ‘La buena prensa’, que ha alcanzado el millón de visitas justo cuando se han hecho públicos los ganadores de la cuarta edición de los premios que convocan anualmente.