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Maneras de decir adiós

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Digo adiós al verano, que es más difícil que decir adiós al invierno. Decir adiós al verano y sentir que uno se adentra en la angostura son la misma cosa. El aire se adensa y enrarece, se cuelan, agobian las prisas. Al verano le suelo decir adiós de soslayo. Concentrado en lo por venir. Muriendo un poco.

Digo adiós también a Cristina, que marcha a Londres por dos años. Hace uno inauguraba el resto de su vida, aún protegida; ahora le toca volar sola, sola, sola. A Cristina le digo adiós muy deprisa, entre risas, evitándolo. Sin llorar llorando. Luego le dejo una nota en la cama. Y muero otro poco.

A Álvaro le han dicho adiós sin decírselo, que es decir adiós sin el cariño debido, de malas maneras. Vaya tropa.

Carlos Boyero nos dijo adiós hace dos sábados. Con bastante delicadeza para ser él. Saqué una foto a la página del diario con el móvil y la envié al grupo de whatsapp que tenemos los cinco hermanos. Cundió el desánimo. Se van yendo los mejores. ¡Cuánta orfandad padecen los periódicos! Aunque sólo Boyero tiene los huevos de despedirse en El País citando con admiración a Pedro J. Ramírez… Hace unos meses me atreví a enviarle un ejemplar de ‘El diario o la vida’. De llanero solitario a llanero solitario: ojalá lo lea. En su articulito, a Boyero le entendí que se iba y que se iba. Que nos quedábamos sin su ración de hostias cinematográficas, y de las otras. Sin su mirada amarga a “esa cosa tan inclasificable llamada vida”. Que, “con infinito tiempo”, pasaba a dedicarse a “echarles miguitas a los pájaros y observar el paisaje urbano desde un banco”. Pero no: Boyero sólo se despide —por el momento— de su columna semanal en las páginas de televisión. Anda en San Sebastián, escribiendo sobre el Festival de Cine. Repartiendo. Menos mal. Afortunadamente, ha sido un adiós amagado, a medias.

Nerea nos copia la historia del profesor uruguayo Leonardo Haberkorn (el de la foto de arriba), que dice adiós a su facultad de Periodismo porque se cansó. vale la pena leerlo: “Después de muchos, muchos años, hoy di clase en la universidad por última vez. No dictaré clases allí el semestre que viene y no sé si volveré algún día a dictar clases en una licenciatura en periodismo. Cada vez es más difícil explicar cómo funciona el periodismo a gente que no lo consume ni le ve sentido a estar informado. Este año, proyectando la película ‘El Informante’, sobre dos héroes del periodismo y de la vida, vi a gente dormirse en el salón y a otros chateando en WhatsApp o Facebook. ¡Yo la vi más de 200 veces y todavía hay escenas donde tengo que aguantarme las lágrimas! También les llevé la entrevista de Oriana Fallaci a Galtieri. Toda la vida resultó. Ahora se te va una clase entera en preparar el ambiente: primero tenés que contarles quién era Galtieri, qué fue la guerra de las Malvinas, en qué momento histórico la corajuda periodista italiana se sentó frente al dictador. Les expliqué todo. Les pasé el video de la Plaza de Mayo, repleta de una multitud enloquecida vivando a Galtieri, cuando dijo: “¡Si quieren venir, que vengan! ¡Les presentaremos batalla!” Normalmente, a esta altura, todos los años ya había conseguido que la mayor parte de la clase siguiera el asunto con fascinación. Este año no. Caras absortas. Desinterés. Un pibe despatarrado mirando su Facebook. Todo el año estuvo igual. Llegamos a la entrevista. Leímos los fragmentos más duros e inolvidables. Silencio. Silencio. Silencio. Ellos querían que terminara la clase. Yo también”.

(ver la entrada completa aquí: http://leonardohaberkorn.blogspot.com.es/2015/12/con-mi-musica-y-la-fallaci-otra-parte.html)

Ha dicho adiós Pepe, el padre de José Ángel, tantos años anfitrión en Los Alfares y de Miura en Pamplona. Falleció ayer. Calladamente. Le despedimos. ¿Dónde irá? ¿Irá? Ya veis que sigo enredado con ‘Necesario, pero imposible’, de Javier Gomá, que me tortura.

En fin, decimos adiós a Ángela y a Miriam lo mejor que sabemos y podemos. Nunca se sabe ni se puede lo suficiente. Todo irá bien, compañeras. No lo dudéis.

Vivir es decir adiós todo el tiempo. Si el periodismo es contar la vida, nuestro oficio debe de ser desgarrador necesariamente.

Qué difícil y puñetero es decir adiós. Sobre todo, si hoy es 21 de septiembre.


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