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Bastenier

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Bastenier, te has ido sin pedirnos permiso, con tu voz ronca y una hosca dulzura. Te has ido además cuando más te necesitábamos: cuando más tonterías se hacen en el oficio, también en tu periódico. No eras, Bastenier, un hombre de bobadas y sí de los que te levantabas, tomabas la palabra —te la hubieran dado o no— y la liabas. ¿Quién la liará ahora?

Primavera otoñal. Hay como un viento desolado. Maldito viento que mece la muerte. Se llevó sin decir palabra a Paloma Gómez Borrero, creyente de los pies a la cabeza, y esta semana casi seguidos a Joaquín Prieto y a ti, inigualable Bastenier, agnóstico y católico a la vez. ¡Y yo que pensaba que no te morirías nunca, que seguirías escribiendo tus análisis apasionados y exactos! Porque sin ellos un diario no es el mismo diario. Pero luego caigo en la cuenta de que también se fue Fernando Pérez Ollo, que a su manera pamplonesa era de tu misma estirpe. Te hubiera encantado conocerlo. O a lo mejor sí lo conocías. Pobres diarios. Esto no se hace, Bastenier.

Un pequeño diario familiar del estado de Iowa, en Estados Unidos, acaba de ganar un premio Pulitzer. Se ha impuesto en su renglón a The Washington Post. Los editoriales del ‘The Storm Lake Times’ han conseguido poner al descubierto los oscuros intereses de grandes negocios agrícolas. El periódico se distribuye dos días por semana, apenas llega a los 3.000 ejemplares. Cinco de los nueve miembros de la plantilla pertenecen a la familia Cullen. Art Cullen, de 60 años, autor de los textos, no sólo es el editorialista sino también el reportero de información local y hasta hace nada el responsable de la rotativa. Un poco como, tú, Bastenier, que venías siendo español, congoleño y colombiano, editorialista, profesor y curador —como se dice ahora— de una lengua que para ti era sinónimo de periodismo. Seguro que sabías la historia de Iowa, yo me acabo de enterar.

Sí, el periodismo vale la pena. Lo saben y lo cuentan los Cullen, que por ese motivo han perdido amigos y anunciantes, y lo sabías tú, Bastenier, que debiste de vivir tu vocación contradictoriamente en el seno de un enorme conglomerado mediático que lo mismo se echa en brazos de Facebook como de Google. Peajes de la fidelidad, Bastenier. Claro que, ¿quién puede sustraerse a la contradicción? Nadie, ni los grandes. Tú, tampoco.

Francófilo de tomo y lomo como eras, leo, seguro que leías Le Canard Enchainé y conocías sus datos: 400.000 ejemplares semanales, investigación de la buena, mucho, mucho humor, cero publicidad, cero internet… y colas para comprarlo cada miércoles. ¿Qué conclusión sacas? ¿No crees que hemos escogido el camino equivocado? Porque no me negarás que es una contradicción que el principal diario de Toronto se diagrame en Florida. Y otra flagrante que el principal diario de España —tu periódico— anuncie como una gran primicia mundial que ahora se puede conseguir a través del servicio de Amazon Prime View. Gratis —gratis, sí— los primeros días con sólo hacer un pedido. ¿Tú qué piensas, Bastenier? ¿No te parece un drama entregar la distribución de contenidos, considerar que no forma parte del ‘core’ de nuestro oficio? Me hubiera gustado preguntártelo. Como tu obsesión por Twitter, como tantas cosas.

El artista Joseph Ernst (¿será descendiente de Max Ernst, Bastenier?) ha titulado ‘Nothing in the News’ un proyecto con el que pretende llamar la atención sobre los riesgos anestesiantes de la conexión permanente: “El periódico pretende competir con el teléfono móvil. La información pugna para llamar nuestra atención y ocupar nuestro tiempo. Hay tanta que ya nada nos afecta. Pero el día sólo tiene 24 horas. Es necesario desconectarse para que las cosas nos puedan volver a importar otra vez”. Periódicos sin noticias, literalmente en blanco, para hacernos pensar… ¿Cómo crees tú que deben ser los periódicos, Bastenier? Tómate un ron a mi salud y chívamelo ahora que ya nunca volverás a pisar una redacción.


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