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Barbarismos

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919 barbarismos en 136 páginas, si los he contado bien, que no creo. Puras páginas de espuma (nunca mejor dicho), como las de Eloy Tizón. Andrés Neuman (1977) es argentino de Buenos Aires, aunque terminó de crecer en Granada, donde la mala follá y donde vive. Quizá eso —la mezcla— lo explique mejor. Ha ganado todos los premios literarios imaginables, la revista británica Granta lo incluyó entre los 22 mejores narradores jóvenes en lengua española, su blog ‘Microrréplicas’ es imprescindible. Y su librito, “terminado de imprimir el 1 de mayo de 2014, cuando nadie imprime”, ilumina el tobogán de mi primavera.

Homenaje y sátira de los diccionarios, o “diccionario canalla”, según él mismo, ‘Barbarismos’ nombra el mundo a su manera y, por ahí, crea otro, muchos, tantos, para mí que con infinita ternura. Son historias mínimas. Cada palabra… retorcida. Nada neutrales. Haikus urbanos, dice otro. Heterodoxias que leo en junio, sí: este junio que viene por lo menos igual de retorcido e imprevisible. A nombrar el mundo nos invitó hace un tiempo Carlos Grassa Toro y desde entonces ya nada es igual. El lenguaje, ese vértigo. Un fulgor doliente. El límite de la precisión. No me lo saco de encima.

Arranca Neuman con ‘abecedario’: “pensamiento muy poco a poco”, y termina con ‘zzz’: “onomatopeya indicativa de que el último lector se ha quedado dormido”. Por en medio, este fascinante ‘leer’: “acción de viajar hasta donde uno se encuentra”, o también “acción y efecto de vivir dos veces”. Julio Casares define así ‘barbarismo’ en su ‘Diccionario ideológico de la lengua española’: “emplear vocablos impropios”. Impropiamente, el autor argentino incluye en su glosario algunas palabras que me interesan aquí por reiteradas razones. Las recojo por si acaso y porque no tienen desperdicio. El autor tira con bala y a dar:

• Actualidad: “conjunto de contingencias que tiende a confundirse con el presente”.

• Agenda: “incumplimiento minuciosamente organizado”.

• Becario: “individuo especializado en quimeras”.

• Blog: “mausoleo mañana”, y también: “sonido gutural que se emite tras haber opinado en demasía”.

• Bloguero: “ocioso atareadísimo”.

• Editorial: “en el argot periodístico, texto anónimo con fines que tampoco tienen nombre”.

• Entrevista: “error de transcripción”.

• Facebook: “sistema inmejorable de espionaje en que los vigilados colaboran activamente con sus vigilantes”.

• Hipertexto: “recurso posmoderno mediante el cual un autor cita y su lector trabaja”.

• Internet: “éter superpoblado”.

• Kiosco: “juguetería de la información”.

• Mass-media: “emisión de soledades”.

• Narrar: “verbo que se conjuga como respirar”.

• Noticia: “ocultación de otra noticia”, y también “lo que en este mismo momento está dejando de importar”.

• Texto: “en la jerga periodística, ornamento de la foto”.

• Tuit: “telegrama de Narciso”.

• Twitter: “conjunto de pies descalzaos, gatos soñolientos y platos sin ingerir, expuestos en orden cronológico”.

¿Quién da más?

Alguno pensará que me he saltado ‘diario’ o ‘periódico’, y que lo dejo para el final, como Grassa Toro en su inolvidable ‘In prensa”. O que se lo ha saltado con trampa Neuman. Pues no. Ni ‘diario’ ni ‘periódico’ encuentran hueco entre el millar de definiciones. No hay lugar para ellos. Gran decepción. Acaso Neuman los considere (a los periódicos) barbarismos: impropios, un cadáver. Hablando de cadáveres, en México me he encontrado una calavera que vende diarios y me ha dado un subidón. ¿Muertos? ¿Muertos los diarios? Va bueno el argentino. He comprado el canillita sin pensarlo. Lo he colocado en el salón de casa, junto a la colección de Tintín y a una foto en blanco y negro en la que aparezco saliendo de la Trinidad de Arre, donde se casaron mis padres, hacia 1970. Soy yo, sí, corriendo, mirando al frente, confiado. Con mi traje de marinero y toda la vida por delante. Ya he creado otro rincón preferido. Donde los diarios sobreviven al muerto. Voy a releer para qué sirve un periódico, no vaya a ser que se me olvide con tanto retortijón.

Por cierto, Neuman no recoge ‘periódico’, pero sí ‘prensa’. No la deja para el final —la trampa en esta ocasión es ‘colofón’—, pero yo sí . La he dejado a propósito porque se las trae: “poder encargado de informar sobre aquello que provoca”, y también, y sobre todo: “conjunto de novedades periódicas acerca de los formatos y soportes, antiguamente dedicado a sus contenidos”. Nada menos.

Postdata

En realidad yo hubiera dado un dedo de mi mano por haber escrito estos otros barbarismos de Neuman, menos periodísticos:

• Bolero: “alegría de llorar”.
• Brevedad: “eso”.
• Casi: “medida exacta de casi todas las cosas”.
• Cumpleaños: “aniversario del que fuimos”.
• Erección: “signo de admiración que tiende a cerrarse antes de tiempo”.
• Escuchar: “extraer música del ruido”.
• Esperanza: “deporte olímpico”.
• Felicidad: “misterio cuyo hallazgo depende de su falta de búsqueda”.
• Héroe: “personaje encargado de distraernos del auténtico protagonista”.
• Isla: “ahogo del mar”.
• Mar: “ánimo del que mira”.
• Tango: “placer de haber perdido”.


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