Hoy nos han dado la noticia de que Javier, que casi siempre escribe en este blog, va recibir en unos días el premio al periodista Navarro. Un premio que el año pasado recibió su tío Fernando y que imagino que le llenará de emoción entre otras razones por eso.
A mí me ha alegrado mucho. Es importante saber que la profesión da su apoyo a alguien que se preocupa y pelea por ella, quien a veces ha dicho o escrito cosas que a la propia profesión tiene que resultar difícil escuchar o leer.
Es gracioso pensar que el periodista navarro que recibe el premio no trabaja en una redacción, como un periodista al uso. Pero sí tiene una silla en muchas de ellas. Me gustaría que todas las redacciones de diarios del mundo tuvieran una silla para Javier. Quizá que voy a patentar una; la silla ‘J’. Quiero que sea ligera, sencilla y cómoda, de lamas de madera, que Javier tiene el culo cuadrado.
Cuando tienes el privilegio de trabajar un día entero con él, tu cabeza empieza a decir basta un par de horas antes de que se acabe el día. A menudo recuerdo y echo en falta esas largas jornadas en la redacción… Me acuerdo de una redacción en concreto. Salir de allí por la noche, recorriendo el enorme edificio a oscuras de Eiffel, impresionaba y era divertido a la vez.
Con esa sensación de alegre agotamiento, salíamos hace unos años la medianoche del jueves. Sophie (diseñadora), y Michael (infografista) se apuntaban a cenar. Por tercer día consecutivo, a las 11 y media de la noche entrábamos en el mismo lugar: el salón del pequeño restaurante de Mateo*, auténtico dandy italiano con un pasado interesante, de militar retirado de la Otan**. El ritual tenía mucho encanto. Y con la risa floja nos plimplábamos por ese orden y sin ninguna prisa, una cerveza fría, un plato de tomate y mozzarella, un plato de pasta y el vino. Después (había que ir) a dormir cada uno como pudiera. A mí me costaba horrores.
Si quieres saber de qué pasta está hecho Javier Errea, ya te lo digo yo: de pasta italiana.
Felicidades, Javier.
(*) Nombre inventado.
(**) O a mí eso me pareció entender.