Cristina me pasa por whatsapp una fotografía que ha tomado en su nueva universidad londinense. La imagen muestra el pomo de la puerta de un baño. Debajo del pomo, un cartel dice: “Baño de género neutral”.
Busco en el diccionario de la Academia. Neutral: que no participa de ninguna de las opciones en conflicto.
Vuelvo a la fotografía confundido. No sé si entiendo. Tengo muchas preguntas. Las comparto:
¿Hay algún ser humano de género neutral? ¿Cómo son los humanos neutrales? ¿Qué característica física o psíquica distintiva tienen? Si los hubiera, ¿cómo acreditar esa neutralidad? ¿Con un carné, con un certificado, enseñando ese rasgo diferenciador de alguna manera? ¿O se refiere el cartel a hombres y mujeres neutrales, es decir, a los que no les importa orinar o lo que sea delante de personas del otro sexo, como en la serie ‘Ally McBeal’? ¿Es eso lo que quiere decir género neutral? Y, por extensión, los que sí prefieren orinar discriminadamente, ¿están por eso en conflicto con el otro sexo al no ser neutrales? Aún más: ¿cómo se orina en un baño neutral: de rodillas, haciendo el pino, colgándose uno de alguna tubería? ¿Habrá urinarios estrambóticos, váteres nunca vistos que se pierden los que frecuentan los baños de hombres y mujeres? En definitiva: ¿quién puede entrar y quién no puede entrar en este tipo de baños?
Yo, de natural, tiendo a no ser neutral. No sé si es una virtud o un defecto. Tomo partido rápido. Las equidistancias no van conmigo. Todo hay que decirlo, también reculo con frecuencia, y hasta cambio de bando. Eso suele ocurrir una vez sopesados con mayor calma todos los argumentos. Con el Nobel a Bob Dylan, por ejemplo, me posicioné en seguida: un disparate. No me he movido. Sigo firme, y más después de leer una exquisita columna de José María Romera. ¿Francisco Rico o Arturo Pérez Reverte? Aquí sí tengo más dudas. El combate epistolar entre los dos académicos ha sido cruel, a la yugular, delicioso. Entre el autor del Quijote y el alatristemente célebre, creo que me quedo con Pérez Reverte. La culpa la tiene Javier Marías, que incluye habitualmente al profesor Rico en sus novelas y lo describe altivo, engreído, distante. Demasiado culto. Ojo, estoy abierto a cambiar de opinión.
¿Periódicos impresos o digitales? ¿Sitios web gratuitos o de pago? ¿Diarios impertérritos o un poco más calentitos? ¿Necesarios o arrevistaditos? ¿Con Facebook y Google o contra ellos? ¿Información pura y dura o desayunos bancarios y branded content? Sopeso y sopeso, pero no consiguen que me mueva mucho. En periodismo, como al mear, es imposible ser neutral.