“Para la fotografía, hay que saber experimentar el placer de esperar. La esencia muchas veces está en las curvas, en las vueltas que das, no en la línea recta”, le decía Sebastião Salgado a Jesús Ruiz Mantilla en El País Semanal del domingo.
Jose Arregi, un franciscano que ya no lo es aunque sigue siéndolo, escribía recientemente sobre la espera y me ha hecho pensar, mucho: “Esperar no es estar a la espera. Esperar es una forma de vivir. Esperar es ser fiel al dinamismo profundo de la vida, dejarse llevar simplemente por el espíritu que nos habita. Esperar como manera de vivir que lo transforma todo. No necesitamos razones para esperar. Necesitamos esperar sin razones, como respiramos, como vivimos”.
A mí me parece que Salgado y Arregi hablan de lo mismo. Que los dos se alejaron para acercarse. Y que los dos viven esperando.
Pablo me hablaba de la espera y de Salgado anteayer. Hoy me dice muy contento que Teresa y él han sabido esperar también. Y que gracias a que han sabido esperar Lili ha nacido sin cirugía y ya resplandece.
Esperar… ¿Qué podemos esperar?
Noticias buenas, pocas. En medio de una molesta incertidumbre y de una pesada culpa, cada cual las suyas, los tres diarios españoles de mayor circulación acaban de sustituir a sus directores: La Vanguardia, El Mundo, ahora El País. Mala coincidencia. Leo los dos diarios de mi ciudad y no entiendo nada: acuden a una misma comisión de investigación, escuchan los mismos testimonios, describen dos mundos opuestos. Hay más: los redactores de uno de los diarios de mi rincón favorito han decidido no firmar sus notas como medida de protesta —y de presión, supongo— ante la empresa editora, con la que no llegan a un acuerdo. Y hasta se han manifestado con pancarta. Echo la vista atrás. No tanto. Me tengo que pellizcar.
¿Qué esperan los grandes diarios nacionales al cambiar de director? ¿Qué esperan los dos diarios de mi ciudad al contarnos una realidad bipolar, esquizofrénica? ¿Qué esperan esos colegas, muchos de ellos amigos, al borrar de los textos sus firmas?
Ha muerto Paco de Lucía en México, donde casualmente estoy esta semana. Duelo y pesar hondo en Algeciras. Adiós, hasta siempre, maestro. En el Puerto, tan cerca, no hay duelo ninguno sino jubiloso, hondo apoteosis de la vida: una niña llega y resplandece. ¿Qué puede esperar Lili? De momento, ya ha puesto patas arriba la vida de Pablo, gorgorista y guitarrero, otro renovador perpetuo.
En el Pompidou de Metz, en Francia, se acaba de inaugurar una muestra titulada ‘Paparazzi!’. Sebastião Salgado nunca fue un paparazzi. Aunque un poco sí: esperando como uno de ellos, se ha robado unas cuantas fotos del fin del mundo. Hoy, gracias al móvil, todos somos paparazzis… y a la vez todos somos estrellas. Como me cuesta horrores esperar, le robo la foto del whatsapp a Pablo y le digo hola sin píxeles a Lili, que aún no ha salido en los periódicos, pero ya sí en Google, ¡y bien posicionada! Qué noticia su nacimiento. No sé si la vida le reserva la condición de estrella, pero sí estoy seguro de que va a vivir con buena estrella. Ojalá nunca desespere. Ojalá separa esperar.