Carlos Arribas recordaba anteayer la debacle de Induráin en Les Arcs, cuando el dichoso chubasquero, y, dos días después, en Hautacam, esta vez sin chubasquero. No daba más: fue ya en 1996. Cinco años antes, en 1991, fui a París con Santy Mendive porque Induráin, navarro, había ganado su primer Tour. Ambos tuvimos la suerte de escribir la crónica de aquella jornada inolvidable. Induráin tiene hoy 50. Santy y yo vamos para 48. Pese a lo que dicen, el verano en el sur no pasa más lento.
Da gusto leer a Arribas; mi texto ciclista no valía gran cosa. He subido Les Arcs (fácil) y Hautacam (difícil) en bici, aunque lo que más me gustaría no es escalar cumbres sino escribir como los ángeles. Como Arribas o como Winston Manrique Sabogal: su texto sobre la crisis del sector editorial español (ver El País de 14 de julio de 2014) es deslumbrante. Se suma a otros de estos últimos meses cuya estructura narrativa y expositiva consigue atraparme cada vez. No creo que se publique nada igual este verano.
Abaten un avión en Ucrania. Buscan a otro en Mali. Yo podía haber viajado en ellos. Los de Cuatrotipos anuncian un nuevo diario deportivo sevillano (El Decano) a partir del 1 de agosto y una nueva revista trimestral (Volata), sobre ciclismo, precisamente. Me calzo la camiseta que Paul Smith diseñó para Libération en septiembre de 2009 y busco la playa una mañana más: la información no dejará nunca, nunca, de ser un combate.