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Escribir, escribir aunque no sirva

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A Rosa Montero se le murió su amor de 21 años —el periodista Pablo Lizcano— un día de 2009 y hasta ahora no había podido escribir ‘La ridícula idea de no volver a verte’. Marie Curie se trastornó a la muerte de su inseparable Pierre, atropellado en 1906 por un coche de caballos, y durante meses guardó en su armario ropa con restos de sesos de su marido. “Se volvió loca durante un tiempo. El dolor puede volverte loco. Desde que murió Pablo, no sólo echo de menos su presencia, seguir viviendo con él y verle envejecer, sino que también añoro su pasado. Las muchas vivencias que no conocí”. Montero no hizo como madame Curie sino que se deshizo de la ropa de Lizcano, tapizó su sillón favorito y se fue a vivir a otra parte. Antes no soportaba a los que escribían o hacían público su dolor. Ya no. “He ido siendo menos radical. Cada uno lo maneja como puede, pero el sentido último de la escritura es intentar encontrar un sentido al mal y al dolor aun sabiendo que no lo tienen”, decía el otro día.

“Quiero escribir algo nuevo, algo extraordinario y bello, y simple e intrincadamente diseñado”, decía en 1922 Francis Scott Fitzgerald, tres años antes de escribir ‘El gran Gatsby’, su mejor novela. Año de prodigios, ‘El gran Gatsby’ vio la luz en 1925 junto a ‘Manhattan Transfer’, de John Dos Passos, y ‘The Making of the Americans’, de Gertrude Stein. Al año siguiente, saldrían ‘Fiesta’, de Hemingway, y ‘La paga del soldado’, de Faulkner. Tras verla publicada, Fitzgerald se sumió en una profunda melancolía que ya no le abandonaría hasta su muerte. “Toda buena escritura es nadar bajo el agua y contener la respiración”, le escribió por carta a su hija, según recoge el escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez. ¡Ah, las cartas! Cuando escribir era escribir, y leer era leer: tiempo, distancia, paciencia, presencia, misterio, pálpito.

Cuenca se ha quedado sin periódico local. Es la segunda provincia española tras Guadalajara, que perdió el suyo antes. El pasado domingo 10 de marzo cerraba El Día. 200 medios impresos han cerrado en España desde el estallido de la crisis en 2008, según el cómputo de la Asociación de la Prensa de Madrid. Se van a la calle cincuenta personas que se unen a otros 6.300 empleos destruidos ya en el sector.

Aunque Antonio Muñoz Molina prefiere leer a escribir, yo creo que nada se puede comparar al milagro de la escritura. Hay que escribir. Tenemos que seguir escribiendo. Como sea. A toda costa. Desesperadamente. Contener la respiración y dejar que surjan las palabras. Contra la locura. Aunque no sirva para nada.


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