— Hola, buenas, ¿podría darme unos cacharritos así para cerrar prendas, por ejemplo, una chaqueta? Tela con tela. —Me manda mi madre.
— Mmmm, así, como de arriba abajo, ¿como una cremallera?
— Eh, no, me los ha enseñado —mira que no traer un ejemplo— son así como pin y pin, dos cositas.
— A ver… ¿Será un corchete? Tenemos corchetes de latón, con muelle inox, sin muelle inox, con presilla, para pantalón y falda, peletero…
— …
— Tenemos también alamares, alamar normal, alamar para trenka, alamar con botón, de punto para chaquetas y jerseys, con forma de Rosa..
— No, no son así. Son como redonditos, los tenía en la falda del uniforme del cole de pequeña…
— ¿Broches doble aro snaps? ¿Botones magnéticos? ¿Broches automáticos? ¿Broches de cierre pajaritas?
— (¡Fiuu!) No, mire, son así, circulares, como chinchetas pero distintos, como ruedas de coche pequeñas, metálicos, un poco feos, con unos agujeritos y se cierran apretando uno contra el otro, clip, clip…
— Ahhhh, tú quieres unos broches a presión metálicooos…
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En algunas ciudades y pueblos de Kenia, la conversación habría sido más breve. Allí, los pequeños comerciantes ilustran las puertas de sus tiendas con dibujos de los productos del interior, y así solo hay que señalar: “deme uno de esos”.
pd. Una imagen suele valer más que mil palabras, aunque en ocasiones está bien dejar espacio a la imaginación :].