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El diario de mis sueños

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El diseñador Javier Mariscal está arruinado y ‘vende’ calculadamente su ruina. Lo siento, no me creo tanta ruina. Pienso en las decenas de pequeños estudios de diseño y comunicación que han tenido que cerrar anónimamente estos años. Con ellos sí está mi crédula solidaridad. Nada tengo en contra de los grandes y famosos del diseño o de lo que sea por el hecho de serlo; tengo todo en contra de los abusadores y de los campeones, de los que van dando lecciones a todo el mundo, con más frecuencia y saña si somos de provincias.

Los diarios se han hecho eco del caso Mariscal. No lo negaré: es (o parece) una buena historia. Una historia: la materia prima más valiosa que un periodista puede y debe buscar con todas sus fuerzas. Aquello sin lo que ningún artificio de ningún tipo puede sacar pecho. El chef peruano Jorge Muñoz dirige en Barcelona el restaurante Pakta, que con su fusión peruano-japonesa acaba de obtener una estrella Michelín. Lo encuentro en el diario. Me viene de perlas. Muñoz aprueba o rechaza los platos que le presentan para su aprobación de la siguiente manera: “No me gusta, no cuenta una historia”. Gastronomía y periodismo. ¡Estamos en lo mismo! Además, resulta que, como sabemos, las historias (la vida misma) son por definición imperfectas. Así que no soy sólo yo quien defiende la imperfección —los diarios imperfectos—; leo que los más importantes cocineros del mundo la persiguen con ahínco especial para descubrir por ahí sabores, significados: ¡historias!

Un estudio desarrollado por The Washington Post y el MediaBrain Lab de la Missouri School of Journalism asegura que una página —impresa o en pantalla— bien diseñada ayuda al cerebro a prestar más atención a las noticias —las historias— y, por tanto, a entenderlas mejor. Los autores de la investigación se refieren, claro, a páginas limpias, sin demasiados elementos que distraigan la atención. Su tesis es un torpedo en la línea de flotación de los que han venido defendiendo los diarios para escanear más que los diarios para leer. Ésta es, por cierto, otra buena historia que habría que publicar: la de los consultores-impostores sin escrúpulos, esos que se han hecho de oro llevando a los diarios a la ruina, y la de quienes tontamente se dejaron engañar. La historia de tantos diarios que vendieron su alma periodística a las escuelas de negocios.

El diseño limpio, que es lo mismo que decir diseño sencillo, es ése que no se esconde detrás de fuegos de artificio. Cuando la materia prima es de calidad, lo único que los lectores pedimos a los diarios es que no la salpimenten demasiado. Que no la cubran de especias ni salsas. Que expongan su tesoro con la mayor sencillez posible, y poder así encontrarlo y disfrutarlo. Esto es particularmente relevante en el mundo digital, que hasta la fecha ha sido más un laberinto de puertas abiertas, un autoservicio de confusas interactividades, un delta de mil brazos, que un caudal sereno de entendimiento. El periodismo es experto y unidireccional o no es.

Escucho la palabra caudal y me doy de bruces con ‘Greenland is Melting Away’ (‘Groenlandia se desvanece entre ríos helados’, según traduce la versión digital latina del propio medio), un fascinante reportaje multimedia publicado por The New York Times que se puede ver aquí. Desde la remota capa de hielo de Groenlandia, Coral Davenport, Josh Haner, Larry Buchanan y Derek Watkins cuentan una historia que arranca así: “El sol seguía brillando a la una de la mañana sobre la resplandeciente expansión de glaciares de Groenlandia. Brandon Overstreet, un estudiante de doctorado en hidrología de la Universidad de Wyoming, se abrió camino a través del paisaje congelado, sujetó su arnés de alpinismo a un ancla en el hielo y caminó hasta el borde de un río que corría hacia un enorme socavón. De caerse, “la tasa de mortalidad es del cien por ciento”, dijo el amigo y colega de Overstreet, Lincoln Pitcher. Pero la tarea de Overstreet, recopilar datos importantes del río, es esencial para entender uno de los impactos más significativos del calentamiento global. Los datos científicos que él y otros seis investigadores reúnen aquí podrían proporcionar información novedosa sobre la tasa a la que la capa de hielo de Groenlandia, uno de los glaciares más grandes sobre la Tierra, aumentará los niveles de mar en las siguientes décadas. El deshielo total de los glaciares de Groenlandia podría aumentar los niveles marítimos en más de seis metros”.

El reportaje del Times hace uso de la tecnología más sofisticada: emplea un dron para grabar planos secuencia inverosímiles e incluye un gráfico interactivo portentoso que es un gigantesco zoom que viaja desde un satélite hasta detenerse a apenas unos metros de altura sobre los puestos de investigación científica. Pero lo importante a nuestros efectos no es el despliegue tecnológico, apabullante, sino la apabullante claridad con la que el diario cuenta un historión. El lector sólo tiene que hacer ‘scroll down’ y dejarse llevar. ¡Ah, dejarse llevar!

Al final de un jueves de noviembre, me encaramo a la bicicleta estática dispuesto a sudar algunos malos humores. Anudo una toalla al cuello para que absorba el sudor, coloco el periódico sobre el manillar y pedaleo. Me dejo llevar. Pienso en Mariscal, en el estudio sobre el buen diseño, en el frío de Groenlandia, en todo lo que me da un diario cada día… Sin moverme de las dos primeras páginas, el periódico me regala ¡cuatro! historias. Caigo en la cuenta de que se exponen sin artificio y que encajarían dentro de lo que el estudio norteamericano dice que es buen diseño. Sobre todo, justifican el euro con cuarenta céntimos que cuesta y me permiten seguir diciendo: a este oficio no hay quien le tumbe.

Son éstas:

La primera cuenta que un 18% de los internautas españoles no usa las redes sociales. Aunque 14 millones sí lo hace, un estudio de IAN Spain y numerosos psicólogos certifican que se está produciendo un movimiento creciente de ‘desconexión’, ahora que se lleva la palabrita. Definitivamente, la vida está afuera.

La segunda es una reflexión del comisario europeo de Inmigración: “El papel de los líderes es guiar a los ciudadanos, no ir corriendo tras los acontecimientos”. Es exactamente el papel de los periodistas y de los periódicos. Lo que deberíamos hacer.

La tercera es una columna cromática y deslumbrante, ‘Bodegón’, que firma Julio Llamazares: “Lo verdaderamente duradero no es nuestra vida ni nuestras obras, sino ese color fugaz que el sol pinta al atardecer sobre una colina, ese mugido animal en la lejanía ya en sombra al anochecer, ese aroma a vino nuevo, a hierba húmeda, a humo de encina seca en la chimenea que el viento lleva hacia el horizonte, ese bodegón frutal (granadas, membrillos, madroños rojos como la sangre, limones, todos dispuestos sobre la mesa humilde de la cocina) que es el mismo que han pintado a lo largo de la historia todos los grandes pintores y que seguirán pintando los que les sucedan. Las noticias, en cambio, hoy tan graves y sombrías, tan duraderas y tan solemnizadas, se habrán perdido en el tiempo, como sus protagonistas”.

La cuarta es otra columna, de Jorge M. Reverte, que concluye para quien quiera oír que la prensa escrita es insuperable: es la única que puede capturar un acontecimiento y enmarcarlo para la posteridad en una portada, con todo lo que eso significa.

Muy contento y agradecido, me ducho y me acuesto. No me da tiempo a pensar. Caigo rendido. No sé si sueño. Algún día se inventará el diario de los sueños.


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