Nicholas Negroponte, 72 años, cerebro del MIT y gran augur tecnológico, regala estos días dos titulares con mayúsculas: “Podremos aprender idiomas con sólo tomar una pastilla” y “Todos los grandes dilemas del planeta se benefician de la conectividad y la computación”. Ray Kurzweil, director de ingeniería de Google, añade este otro: “En 20 años ampliaremos nuestra expectativa de vida indefinidamente”. Se me pone la piel de gallina, y eso que justo empezamos la cuesta de enero. Sí, 2016 ha nacido transhumano.
En 2016 nuestro estudio, en cambio, cumple diez años sólo humanamente.
Nació en 2006, como la T4 de Barajas y Ciudadanos, el partido de Albert Rivera. Ese año murió Pinochet. Y se publicaron las caricaturas de Mahoma en el diario danés Jyllands-Posten, una sequía extrema azotaba Somalia, Gas Natural y E.ON lanzaron sendas OPA sobre Endesa, Zara desembarcó en China, las mujeres votaron por primera vez en Kuwait, Evo Morales alcanzó la presidencia de Bolivia, el serbio Milosevic fue encontrado muerto en su celda, el Barça ganó su segunda Champions y la selección española de baloncesto su primer Mundial, Zidane se retiró del fútbol con un sonoro cabezazo, Nintendo presentó la consola Wii, Google compró YouTube y hasta se registró un imponente eclipse total de sol. Un año da para mucho.
Al principio, éramos Ana y yo. Ana tuvo el coraje de dejar su periódico y una nómina fija y venirse a la aventura —cualquiera lo diría— a Pamplona. Sus padres, pobres, temblaban. Diez años después, seguimos entre periódicos. A Ana, como a mí, le encantan. También las revistas del corazón y los chismes. Está puestísima siempre… Aunque lo importante es que en el estudio Ana me lleva muchas veces la contraria y se queda tan ancha. Raro es el día en que no hay debate. Hoy, por ejemplo, lo han acaparado David Bowie y la infanta Cristina: como era de esperar, no nos hemos puesto de acuerdo.
Es una lata que Bowie se haya muerto el mismo día en que una infanta de España ocupa el banquillo de los acusados. La prensa española no ha tenido dudas: la foto de portada, para la infanta. Ana está de acuerdo; yo, no. Contra toda lógica periodística, supongo. No sé muy bien por qué. Conozco apenas la obra de Bowie. Sí su par de ojos, claro. Poco más. A partir de aquí, la fascinante nebulosa del camaleón. Ana está como yo, o peor.
Pero ayer y hoy, de repente, lo he leído todo. Lo he escuchado todo. Escucho ahora, de noche, solo, ‘Lazarus’. Veo el videoclip de Johan Renck varias veces. Balbuceo estupefacto, sobrecogido. Presiento que se ha ido alguien muy importante y que los diarios de mi país no han estado a la altura y sí pegados a un espectáculo poco edificante y aún en fase preliminar.
¿Quién es Bowie?, se preguntan en las redes. No lo sé bien. Pero sí sé que no quiero aprender sus canciones con una pastilla, y que tampoco quiero viajar sin viajar, ni tener sexo sin tocarte, ni escribir sin escribir: sin escribir a mano. Yo lo que quiero son periódicos de mirada ancha y conscientes de lo importante que son las referencias en común, ésas que lo sostienen todo sin necesidad siquiera de decirlo, Francisco Rico dixit. Periódicos —como personas— que tiemblen y que admiren y que rindan homenaje y que sueñen. Periódicos que se equivoquen, humanamente. Sí, a pesar de que Ana diga lo contrario, y mira que le doy mente, hoy hubiera sido europeo: me hubiera ido en portada con David Bowie. Hasta su cielo lleno de cicatrices. Para celebrar este 2016 de nuestra década.
Lazarus
Look up here, I’m in heaven
I’ve got scars that can’t be seen
I’ve got drama, can’t be stolen
Everybody knows me now
Look up here, man, I’m in danger
I’ve got nothing left to lose
I’m so high it makes my brain whirl
Dropped my cell phone down below
Ain’t that just like me?
By the time I got to New York
I was living like a king
Then I used up all my money
I was looking for your ash
This way or no way
You know, I’ll be free
Just like that bluebird
Now ain’t that just like me?
Oh I’ll be free
Just like that bluebird
Oh I’ll be free
Ain’t that just like me?
Mira aquí arriba, estoy en el Cielo.
Tengo cicatrices que no pueden ser vistas.
Tengo drama, no puedo ser hurtado.
Todos me conocen ahora.
Mira aquí arriba, hombre, estoy en peligro.
No tengo nada más que perder.
Estoy tan alto, esto hace mi cerebro girar.
Dejé caer mi celular abajo.
¿No es él igual que yo?
Para cuando llegué a Nueva York
estaba viviendo como un rey.
Luego empleé todo mi dinero.
Estaba en busca de tu ceniza.
Esta vía o no hay vía.
Ya sabes, seré libre.
Igual que ese azulejo.
Ahora, ¿no es él igual que yo?
Oh, seré libre.
Igual que ese azulejo.
Oh, seré libre.
¿No es él igual que yo?