Lo que más me gusta de un belén navideño es siempre lo que no se ve. Cuantas más escenas en un segundo plano, semiocultas o simplemente sugeridas, mejor es el belén. Los focos están puestos en el nacimiento, pero yo me agacho y retuerzo, escudriño afanosamente, busco más allá. Imagino, por ejemplo, lo que acontece al doblar la esquina por donde ya asoma una figurita. Me pregunto qué se dirá y vivirá tras las ventanas, en las otras grutas, al final de las callejas empinadas. Ahora caigo: son los secundarios los que sostienen el belén, como en el cine. Como los breves en los diarios, como las noticias arrumbadas en el fondo de la página.
Un periódico sirve para envolver cajones de madera y pintar murales muy grandes. Fernando Pagola siempre empleaba el Frankfurter Allgemeine porque era asabanado y gris. Un periódico sirve también para forrar el baúl o la estantería, y que el musgo húmedo no los estropee. Y para que la buena noticia corra, vuele. Hoy, me he parado a disfrutar de un belén alargado y precioso que no conocía. Me he quedado de piedra: en la otra punta del portal no uno sino dos secundarios están leyendo interesadísimos el periódico en la calle. ¡Leen el Frankfurter!
Apuesto a que lo que con tanto interés leen las figuritas no tiene nada que ver con el futuro de los diarios, que es de lo único de lo que sabemos hablar y escribir últimamente. Nicola K. Smith reunía hace un par de semanas los pronósticos de Lorraine Candy, del Sunday Times, Bob Franklin, profesor de la Universidad de Cardiff, Simon Fox, primer ejecutivo de Trinity Mirror, Lucie Green, directora del grupo de innovación en Walter Thompson y Roy Greenslade, el experto de medios de The Guardian. La Universidad Miguel Hernández de Elche acaba de editar ‘Cómo innovar en periodismo’, una compilación de 27 entrevistas a otros tantos profesionales. Me aburren mucho. ¿Por qué me aburren tanto?
Nada aburrido y sí muy revelador es el artículo de Pedro G. Cuartango sobre las memorias de Juan Luis Cebrián: sincero, elegante, generoso. Dice mucho del director de El Mundo y de su periódico, y, sobre todo, muestra con sencillez apabullante por dónde anda ese futuro que tanto buscamos y en qué consiste de verdad la innovación.
Todo insinúa que 2017 va a ser un año distinto: belenes con periódicos, competidores encarnizados que hablan bien del rival y la niña Nicole, que cantó el Gordo de la Lotería de Navidad y sueña con ser periodista.