Era pronunciar la palabra diseño y mentar la bicha. Durante bastantes años en las redacciones de los periódicos se produjo un malentendido. La cosa era tal que así: los plumillas recelaban de los diseñadores por entender que esta nueva casta sobrevenida ponía por encima la estética al contenido, a cualquier precio; los diseñadores, por su parte, se sentían ignorados, se encerraban en un lamento continuo y pocas veces aportaban valor añadido a las historias. Del malentendido, claro, resultaban perjudicados —sin comerlo ni beberlo— los lectores.
Afortunadamente, las cosas han cambiado para bien. El diseño periodístico poco tiene que ver con el arte. Si está bien enfocado, es periodismo puro porque su objetivo es presentar las buenas historias de los diarios de la mejor manera posible, con todas las herramientas a su alcance, para beneficio de los lectores: tipografía para hacer un texto legible, recuadros para presentar datos complementarios, fotografía, gráficos, ilustración… Y, por sobre todas las cosas, orden, claridad, jerarquía y expresividad. Ya digo, periodismo.
Los premios ÑH Lo Mejor del Diseño Periodístico España y Portugal, organizados por el Capítulo Español de la Society for News Design (SNDE), nacieron hace diez años con el objetivo de impulsar la calidad del periodismo visual en los dos países. La denominación ÑH es un guiño a los dos idiomas: la letra ñ no existe en portugués, pero sí su sonido, que se representa con las letras nh. De la conjugación bienhumorada de letras, sonidos y hasta grafismos resulta ese ñh que ‘dice’ mucho de lo que pretende. En este tiempo los ÑH se han convertido en la referencia anual del diseño periodístico peninsular, algo así como los Goya.
Con este foco, por Pamplona han pasado decenas de trabajos y profesionales. Sin embargo, el riesgo que corren los jurados de los certámenes de diseño periodístico es dejarse deslumbrar por juegos tipográficos de moda o páginas de ilustraciones soberbias, islas en el océano, e ignorar la información pura y dura, que supone el 90 o 95% de las páginas de un diario. En este error caen recurrentemente. Si repasamos la lista de premios de nuestro certamen y de otros certámenes a nivel mundial en los últimos años, comprobaremos que son muy escasas las medallas concedidas a trabajos de actualidad.
Claro, cuando la información te estalla en las narices no hay ilustraciones lustrosas que valgan porque no hay tiempo de prepararlas ni de pensar en premios, no hay tiempo ni espacio para fuegos artificiales. Se pone en marcha en esos casos un complejo mecanismo interno que tiene que ver con la pasión por contar historias. Ese temblor tan propio de este oficio que se sobrepone a la incredulidad, a la parálisis o a la impotencia, y que se vehicula después gracias a la experiencia, al poso adquirido, a la escuela periodística que una redacción —y sólo ella— atesora.
Cuando la naturaleza se desborda, cuando un atentado apaga las luces, cuando nuestros representantes públicos no están a la altura, cuando un encierro sanferminero acaba en montón y casi en tragedia… es entonces cuando verdadaremente se mide el músculo de una redacción. Que reacciona a una: admirable, generosamente. Aportando inteligencia. Y, por ahí, servicio. Es en las coberturas informativas, y no en las páginas deslumbrantes y efectistas, cuando un diario demuestra lo que lleva dentro. Más que nunca, en esas ocasiones el diseño periodístico es integrador y se pone al servicio de la información para que todas las piezas encajen. Es un diseño más imperfecto, más silencioso, más invisible. Y, por eso mismo, más auténtico. Los jurados, que ven cientos de trabajos en pocas horas, tienden a ignorarlo y prefieren premiar insipideces pirotécnicas.
Para que se conceda una medalla de oro en los ÑH tiene que existir unanimidad entre los diez miembros del jurado. A los ÑH10 se presentaron 2.163 trabajos de 56 medios. Se concedieron 169 medallas. Diez de oro. De ellas, sólo cuatro son trabajos de actualidad inmediata: dos de i (Lisboa), uno de Diario de Navarra y otro de elpais.com. Puro temblor, puro diseño, puro periodismo.
(Texto publicado en Diario de Navarra el domingo 6 de octubre de 2013).