Hay historias para pantalla, para ser contadas a viva voz, hay historias que se desarrollan en una red social, todas ellas apasionantes muchas veces. Hay buenas adaptaciones (de vez en cuando) de un soporte a otro. Y también hay otras que sólo pueden estar en papel; por las circunstancias, o para no perder su trascendencia. El Fotógrafo por ejemplo.
Publicado en 2003, El Fotógrafo es un libro extraño. Una crónica contada a través de la cámara de Didier Lefèvre y las viñetas de Emmanuel Guibert. Cuenta la historia verdadera de Lefèvre, fotógrafo francés ya fallecido cuyo trabajo publicaron L’Express o Éditions Ouest France, que se unió durante tres meses a un grupo de Médicos Sin Fronteras camino (a pie) de Afganistán con una misión obvia: salvar vidas en zonas afectadas por la guerra o por sus daños colaterales. El viaje transcurre en 1986, años en los que la miseria y la pobreza del país alimentaba las ansias de dominio Ruso. La narración es a cargo del propio Lefèvre.
Resulta difícil hablar de esta historia para no desvelarla. No quería centrarme tanto en el desenlace, apasionante, como el trayecto que lleva a Lefèvre a un lugar desconocido, en el 86 y ahora mismo, creo. La crónica aborda muchos temas importantes, pero el principal para mí es la curiosidad. Lefèvre no sabía exáctamente dónde se metía, como supongo que ocurre a un fotoperiodista que viaja a un país en guerra desde uno que no está en guerra. Pero quería saber qué pasaba, qué era Afganistan, quería conocer a los Médicos, a las personas de aquel país. Empujado por la curiosidad pudo armarse de valor para acompañar al grupo de Médicos en su misión. También la curiosidad le llevó en varios momentos a tomar decisiones temerarias en condiciones extremas. Parece que la curiosidad y la supervivencia no son buenas compañeras de viaje.
El Fotógrafo es además un trabajo innovador por pura necesidad. Innovador no en el soporte sino en la manera de contar la historia. El libro, editado finalmente en España en 2011 —en un solo tomo— por Sins Entido, combina las fotos de Didier Lefèvre con las inmejorables viñetas de Emmanuel Guibert, que completan las secuencias y ayudan a guionizar la historia. El resultado es poderoso. El trabajo, un ejercicio de documentación tremendo. Aún me cuesta entender cómo se pudo hacer, porque no estaba planteado así. Este libro se decidió a posteriori gracias al empuje de varias personas cercanas a Didier Lefèvre.
Hay muchos y buenos ejemplos de periodismo gráfico como este, fáciles de encontrar, como algunos que hemos citado en este blog. Se reciben con brazos abiertos. Mi novia, Teresa, fue la que descubrió este libro. Viví en primera persona su experiencia mientras lo leía; qué ansiedad me daba. Aunque es verdad que encuentro historias de lo más interesantes cada día en el periódico, en internet, éstas sólo suelen durar uno o varios días, y hay algunas que tienen que perdurar porque la memoria es frágil. No dudo que esta historia vaya a funcionar en edición iPad: sería un experimento interesante; pero estoy seguro de que la única manera de tenerla marcada a fuego es viendo el lomo del libro de vez en cuando.
(En esta página, la Doctora Juliette Fournot explica a Didier Lefèvre algunos trucos para sobrevivir y ser respetada en Afganistán).